Así nace Alma Bereber Experience. Así empieza este blog: con una historia tejida de recuerdos, caminos y alma.

Entre naranjas, hilos y caminos

Hay historias que se heredan sin saberlo. Pequeños hilos que nos van tejiendo por dentro hasta que un día, casi sin darnos cuenta, descubrimos lo que sentimos… ya lo llevábamos escrito.

Esta historia empieza hace muchos años, en Larache, durante el protectorado Español en Marruecos. Allí, un hombre (mi abuelo) recorría caminos al volante de un camión cargado de naranjas. Las maduraba con mimo mientras cruzaba el país, y lo conocía como se conocen las cosas que se aman sin saber que se aman. Allí también, una mujer (mi abuela) aprendía a coser con uno de los mejores sastres de la ciudad. Cada puntada era un gesto de belleza, de aprendizaje, de paciencia…

De esas memorias, contadas al calor de una infancia y grabadas en el Alma, nació una conexión profunda con Marruecos. Una conexión que, aunque se saltó una generación, volvió hace ya 15 años, al pisar por primera vez esa tierra con mis propios pies… y dejar que el Alma hiciera el resto.

No fue fácil al principio. A veces, lo que está destinado a tocarnos primero nos sacude. Pero cuando algo es verdadero… se queda. Y Marruecos se quedó en mi para siempre.

Alma Bereber Experience nace de ahí: de una historia de raíces, de piel, de recuerdos que huelen a naranja y a tierra cálida. Pero también de caminos nuevos, de encuentros reales, de la magia de compartir lo auténtico con personas que buscan algo más que un destino.

Hoy, junto a Mohamed —una mano amiga, sincera y valiente que apareció en el momento justo—, esta conexión se hizo todavía más fuerte. Con él, Marruecos volvió a acogerme, esta vez desde dentro. Juntos soñamos, creamos y damos forma a este proyecto que no solo habla de viajes, sino de encuentros. De esos que te cambian.

Alma Bereber Experience no nació para llevarte de un sitio a otro. Nació para que te encuentres. Para que rías, respires, sientas y te sorprendas. Para que te conectes contigo, con la tierra, con otras miradas. Para que te quedes con lo que no se ve, pero se recuerda siempre.

Porque hay viajes que no se hacen con los pies.
Se hacen con el Alma.
Y esta historia… acaba de empezar.

Gracias por leer con Alma. Nos vemos en el próximo viaje… aunque aún no hayamos hecho las maletas.